Y ella se irá,
también hacia ninguna parte,
dirigiéndose hacia ningún lugar.
Subiéndose los extremos de sus estrenados guantes,
bajo las mangas de su vestido nuevo,
Para que no lleguen a alcanzar,
Los inquisidores ojos de los demás,
el rojo indeleble que permanecerá,
manchando, ya para siempre, su brazo parricida.
sábado, 9 de mayo de 2009
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