domingo, 10 de mayo de 2009

Poemas de la Extincion-2

Te he alcanzado
Allá lejos donde estabas entre sabanas rotas
Y te he encontrado, nadando al fin
En medio de ese rio tan tuyo, el que conoces tanto.
Allí estabas, partiendo con tu martillo los cristales en trozos
Que sesgaban tu carne sufrida, sangrando tanto.
Apenas me has mirado, absorta en inevitables sufrimientos.
Allí te he herido con mi mirada que quería cariñosa.
Nos hemos encontrado en ese instante rasgado
Mientras nos sonreímos
Acaso nada, un instante siquiera
Minúsculo, minúsculo, observable apenas
Bastante, sin embargo, para cruzarnos
la mirada. Si, la que conocíamos aun sin nacer
La que nos poseía cuando no éramos
Y que nos trajo acá
Para esta obra secreta
Tan nimia que casi se autoverguenza de serlo
Y de habernos implicado tanto.
O al menos eso dicen quienes nunca reconocieron
Nada mas de nosotros.
Por eso ríen objetos de cristal que se desbocan y desmenuzan.
Y frágiles ellos ante el bruto contacto con una realidad rudamente pétrea
Tan llena de aristas como falta de caridades o misericordias.
Si, la piedra no se compadece de los vidrios, mas bien los estalla
Y ellos nos remiten fulgores. Reverberan matices de colores
A los que nosotros, hacemos caso omiso
Y seguimos conversando como si tal
De acá para allá, sobre algún numero o documento contable.
Contamos. Atesoramos números desprovistos de cualidad o sustancia
Nos convertimos en cifras. Nos rehacemos en binarios.
Mientras la realidad se burla de todo ello una vez mas.
La conocemos bien, nos ha hecho tantas veces añicos
La queremos así, tan nuestra y poética
Y ella va y nos mata de la misma forma
Nos enfrenta a nuestros opuestos en lucha incesante e inútil para mas señas.
Nosotros repetimos, nunca supimos hacer otra cosa.
Los arboles, mientras, se andan meciendo
Y desprenden con sus otoños particulares
Ramas desgajadas por lepra no animal
Que también los contamina.
Pero ¡ son tan nuestros!.
¡ tan hermanos!
No hay arboles cainitas
O al menos tienen la sutileza de no parecerlo
Como, mas torpemente, hacemos nosotros. Si ¡ son hermanos!.
La misma realidad nos circuncida y oprime
La misma entidad nos desustancia y exige.
El mismo árbol al que amamos tanto
Nos devuelve su afecto y nos entrelaza
Y estruja con un mortal abrazo.
Al fin, parece que la vida finalmente nos falla
Que ambos, estemos o no, no sabemos.
Y entonces el tiempo, ese inmisericorde elemento
Que golpeaba al tambor también monocorde
Insensible siempre a nuestro cansancio o sufrimiento.
¡Oh!. ¡No golpees hoy!. Es fiesta o quizá
Haya muerto precisamente nuestro mejor amigo.
Tu insensibilidad te hace sorda ¿no lo comprendes?
Significa que te mata.
Estas muerta, tiempo, porque no hay nada que te afecte
Y es eso lo que llamamos muerto.
Y golpeas impasible con tu golpe de muerte
Marcándola continuamente a quien vive.
A quien cree en ella.
Te he encontrado mientras atravesabas el estrecho de las púas y las espinas
Reconocida por retales de vísceras o fragmentos de tripas
La sangre regaba todo el camino o lo marcaba o lo hacia
O decía tal vez que allí se estaba gestando vida
O que se había gastado o
Hablaba de tu elección o de ti misma.
Al final no se si eras o no
Pues ni siquiera podría estar seguro
De estar o haber estado alguna vez yo mismo.
Si es que tu y yo éramos algo así
Como cosas separadas.
¡ que importa!.
Que necia realidad osa aplicar su mirada
A esta sangre y emitir una palabra
Los fluidos o la vida no admiten traducción
Es un predicado o un pecado o una falta o un error o una impostura
Pero, a mi, ¿Qué mas me da?
Y a ti ¿Qué mas, también, te da?
Abre la ventana y deja que corra el aire por la habitación
Que juegue dentro de ella
Y que se quede si quiere o menudee
O se vaya hacia cualquiera otra parte
Y que sea allí donde dance, si es que así ha de ser
Que sea allí donde juegue, decía
Si eso quiere.
Nosotros no somos nada
Al aire no le importa lo que hacemos o dejamos de hacer
Todos nuestros actos son gratuitos
O libérrimos o fatales, o perdidos o escritos.
¡Todo parece tan fútil!
Y, sin embargo, es todo tan necesario.
Tan cósmica y gigantescamente preciso
Que si dejamos de escribir una sola de las prescindibles letras
O de verter una, una sola, de nuestras patéticas lagrimas
O abortamos la sarcástica risa a la que nos abocan las viciosas palabras.
Tal vez, digo solo tal vez, se desmorone el universo entero.
Pero solo tal vez, he dicho
Pues también puede hacer caso omiso
Y seguir como si no nos hubiera oído.
¡Es todo tan confuso!
O peor aun, tan arbitrario.
O quizá sea simplemente su mejor opciónEntre las nuestras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario