sábado, 9 de mayo de 2009

Poemas a Hylas-1

A su alrededor la jara y el romero vuelan
Dejando atrás sus olorosos tallos,
Y el mismo olivo, de hoja siempreverde,
Alejado incluso de la orilla,
Dejará secar sus ramas.
Hylas.
Hylas de dulce rostro,
Cuyos labios suaves compensaron, tal vez, el sacrificio.
De improviso, también entre el agua, los roquedales surgen
Amenazando sus hirientes picos, la débil proa de mi pobre barca
Y el pez.
También él, será alcanzado
Y el corcho flotante
En ésta maldita corriente de fluir vertiginoso.
Empequeñecido rio de torbellinos violentos,
Inútil es contigo la razón
O el sentimiento.
Hylas, en cambio,
Tan sereno en sus ojos,
Tan dulce en su rostro.
Sin embargo ¿cómo pararse y volver a encontrarlo?
¿Qué tronco felizmente abandonado haría detenerse mi ligera canoa?
¿Qué infinito meandro me arrojaría a la orilla?
Nada de esto, dicen que pueda ser hecho.
Acaso,
Haya un obstáculo anteriormente dispuesto,
Tal vez,
Un pez de aletas enormes,
Produjera una fuerza inversa,
A este arrastrar irresistible.
¿Quién sabe?.
De momento, procura salvar tu vida,
Cuida de que tu cuerpo no penetre en las espirales del remolino,
Procura, con tu remo, alejar la roca que destroza los laterales,
Que tu canoa no rompa su base con un fondo traicioneramente próximo.
En otro tiempo,
Los dos juntos,
En un lago,
Contemplábamos astros,
Atentos los oídos
Al pez que salta,
Balanceando nuestras figuras.
Sólo el rumor del agua contra la orilla.
Y ahora, encrespado y violento el murmullo de la catarata.
¿Lo oyes?.Es un descarado sonido,
Provocador de mi impotencia.
Orgulloso y firme como un tirano.
Así como la naturaleza le muestra su adversidad,
Así, en tiempos, tuvo de Hylas la clara entrega.
Prisionera la barca de la corriente,
La cascada atrae como la boa.
Y aquello,¿mira,ves?. Son garlitos
Trampas fugaces que apresan al rodaballo.
¿acaso, ellos…?
Hylas:!como quisiera encontrarlo¡
Mas, no preguntes.
En alguna ciudad,
Tu destino se forja y es parte suya.
Llegaré a un lago,
Me llevará esta corriente,
Columnas de mármol y serenos cisnes,
Limpia y azul el agua, y el césped verde.
La tenca que cambia el color
Y el grillo que, en la noche, cricrinea.
Y ¿allí?.Son brezos, matorrales
¿retama suficiente para detener mi canoa?
Y al llegar,
Tendido sobre la hierba para el descanso,
La sombra de su cuerpo alegrará mi rostro,
Y su sonrisa dulce me llegará de nuevo.
Pero mi camino, habría de ser inverso
Y están, ahora, impulsando a ésta corriente, mis inútiles brazos inútiles.

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