domingo, 10 de mayo de 2009

Poemas Politicos-4

Hábil, nuestra mente, traduciría, luego, en ternuras, lo que amenazas fueran.
El sinuoso reptar de la serpiente transformado, por nosotros, en voluptuoso movimiento.
Su silbo bífido, en insinuante melodía. En candor, la mirada hechicera, que anestesiaba y adormecía.
Y cuando, al fin, recibimos el venenoso beso de la sierpe, lo acogimos, ya agradecidos.
Y, aun devorándonos, cándidos dimos, ante sus cerrados ojos y su brillo perdido,
redobladas atenciones e incrementados mimos, esperando devolver la lozanía,
A quien, por otra parte, ajena a tales cuidados y extasiada, sin poder percibirlo ni siquiera,
Dispuesta quedaba, a su digestión, descerebrada.
Cuando terminó, fuese y no hubo nada.

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