Todos los amores que añoramos son los perdidos.
Ningún amor no perdido resulta ser luego cierto, tan solo gris e indefinido reflejo de lo ido.
Nos lamentamos de que lo verdadero no permanezca, sino que se vaya, que muera o se destierre.
Pero si se quedase, descubriríamos, de nuevo, su mentira
Y, otra vez, pensaríamos que el autentico se ha ido.
lunes, 11 de mayo de 2009
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