Bien, lo admito, no es posible rechazar tu envite.
Marcas las pautas y estableces las leyes,
Que, sin piedad, impones para que sean cumplidas.
Forcejear contigo es inútil.
Vano oponerse.
O aguardar de tu parte un cansancio que nunca ocurre.
Estableces tu cruel verdad y borras los sueños.
Escribes en nuestros cuadernos las arbitrarias paginas que decides.
Nos sometes a tus designios.
Así eres. Inmutable e Indiferente. Como siempre fuiste.
Completamente sordo a las peticiones de reparación o justicia.
Clemente, por el contrario, con la actitud oportunista.
Ajeno a nosotros, quienes, tan imbéciles, permanecemos siempre,
Ante la misma piedra, aguardando reparación o respuesta.
domingo, 10 de mayo de 2009
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